Que te coloquen la etiqueta de sensible te pone en la banca de los incómodos, los extraños seres que amenazan el balance del ambiente. ¿Cuál balance? El balance ficticio que creamos para no tener que mostrar nuestra vulnerabilidad y empatía. Desde pequeños le vamos asignando calificativos a las emociones, decidimos que algunas emociones son positivas y otras negativas, unas son emociones femeninas y otras masculinas, unas son aceptadas publicamente y otras deben ser evitadas; como si pudieramos elegir emociones... Nuestra condición humana está ligada a la habilidad de experimentar un amplio rango emocional y nuestra capacidad de sentir nos permite ajustar nuestra brújula interna para transitar el camino que elegimos.  Pero, siempre hay un pero, es más fuerte la presión social y lo que aprendimos en casa en relacion al manejo emocional y por esa razón terminamos construyendo personajes o máscaras que nos permiten ser socialmente aceptados en diferentes situaciones. Consecuencias: derpesión, ira, ansiedad, soledad, enfermedades físicas y mentales que tienen como origen la desconexión de nuestras emociones.

En este episodio hablo de algúnas máscaras que nos ponemos para relacionarnos y de las herramientas que he usado para aprender a manejar las emociones.

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