KEHINDE WILEY: El origen de esta exposición se dio al tiempo que el mundo se cerraba. Cuando vemos que George Floyd es asesinado en las calles del país me doy a la tarea: empiezo a pensar no solo en ese momento explosivo que provoca al mundo entero pensar en los individuos negros de una manera diferente, sino que comienzo a idear cómo dar imagen a otros cuerpos asesinados a lo largo de la historia. Lo primero que hice fue indagar imágenes religiosas del Cristo caído.
ABRAM JACKSON: La forma de esta escultura se inspira en la pintura del siglo XVI de Hans Holbein que Wiley vio por vez primera hace quince años. La obra muestra una vista claustrofóbica del Cristo muerto, como si se estuviera viendo su tumba desde un lado. El cuerpo de Cristo es absolutamente ordinario, pero como sabemos de quién se trata, es, al mismo tiempo, sagrado. Wiley quedó muy impresionado con esa imagen y dio a esta escultura de bronce un sentido de lo cotidiano y a la vez de lo heroico.
KEHINDE WILEY: Existe una tradición en la pintura religiosa, acerca de la celebración de una vida que requiere ser contada nuevamente. Hay tantas oportunidades de conversar ahora acerca del potencial perdido, como un andamiaje para construir un futuro mejor.
ABRAM JACKSON: Cuando termine de visitar esta sala, pase por la entrada a su izquierda. Nuestra próxima parada será en la escultura de bronce de un hombre, en el centro de la sala.
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