Dios te bendiga de manera especial. Este es el día que el Señor ha hecho, nos alegraremos y gozaremos en su presencia. En esta ocasión nos estamos acercando al texto bíblico para sentarnos a la mesa. Es la invitación de Dios a lo largo de toda la escritura que nos lleva una reflexión profunda; acerca de nuestra relación con Dios mismo, con nuestro prójimo y con nosotros mismos. Hemos tenido experiencias lindas de reflexión acerca de estos encuentros. De seres humanos que en algún momento quizás estuvieron disgustados, quizás estuvieron cansados, agobiados por alguna situación; y se sientan a la mesa para reconciliarse, para celebrarse, para vivir la victoria de Dios en sus vidas. En esta ocasión voy a libro de Juan capítulo 13 la porciones del 1 al 17. Pero voy a concentrarme los primeros versículos la Biblia dice que: "Se acercaba la fiesta de la Pascua. Jesús sabía que le había llegado la hora de abandonar este mundo para volver al Padre. Y habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin. Llegó la hora de la cena. El diablo ya había incitado a Judas Iscariote, hijo de Simón, para que traicionara a Jesús. Sabía Jesús que el Padre había puesto todas las cosas bajo su dominio, y que había salido de Dios y a él volvía; así que se levantó de la mesa, se quitó el manto y se ató una toalla a la cintura. Luego echó agua en un recipiente y comenzó a lavarles los pies a sus discípulos y a secárselos con la toalla que llevaba a la cintura." Qué experiencia más extraordinaria. Lo más seguro es que ese lavamiento de pies quizá fue provocado por alguna mala conducta de los mismos discípulos. Quizás algunos estaban discutiendo en qué orden se deben sentar la mesa; o quién en esa ocasión debía ser el siervo y lavar los pies de todos. Lucas en su evangelio nos relata que tuvieron un altercado sobre quién sería el más importante. Parece que los discípulos estaban dispuestos a pelearse por un trono, pero no por una toalla. No era probable que algunos tome la toalla para lavar los pies de sus compañeros. Ellos preferían sentarse a comer sucios, antes que estar limpios. Wow... Qué tremendas lecciones nos da el Señor todo el tiempo. La Biblia dice que Jesús los invita a cenar y a participar de una experiencia única y transformadora. Y ciertamente el Señor transforma, quizás un momento incómodo en una situación única y transformadora. La escritura dice que Jesús realizó algo impresionante. No apareció ningún esclavo, el que apareció fue Jesús. Y la Biblia dice que se humilló y lavo los pies de todos. Usó todo su poder para servir. Jesús sabía quién era y no necesitaba el poder para completar su identidad. No mal usó el poder y no lo manejo para sentirse importante o llenar un vacío en su vida. A veces nosotros tendemos a hacer eso. Pero es precioso cuándo podemos mirar a Cristo siendo modelo para nosotros e invitándonos a cenar. Para que entendamos que el que quiera ser grande, debe servir a los demás. El amor de Cristo trasciende las barreras de clase social. Está actitud de Jesús dice la escritura que produjo una reacción fuerte en Pedro. "¡No!" dijo Pedro: "Jamás, me lavara los pies". Él no podía soportar la idea de que Cristo subiera humillado de esa manera. Pero qué gran lección recibe de parte de aquel, que es modelo para todos nosotros. Jesucristo sirve y da su vida por los pecadores. Su humillación no engrandece una vez más y de aquí es que podemos decir que nace el modelo del siervo, el modelo del pastorado, el modelo para ser discípulo. No nos olvidemos de algo muy importante amados y amadas del Señor. Jesús sabía quién era Judas y también le lavo los pies. Eso estremece mi corazón. Porque ciertamente Él estaba dispuesto a darle oportunidades aquel que le negaría y le vendería hasta el fin. Porque es que el Señor nos amo hasta el fin. Que cuando nos sentamos a la mesa ¿en qué pensamos? ¿En la manifestación del señorío y el poder de la oportunidad para hacer primeros? ¿o llega nuestra mente esta imagen viva que el evangelista también trata de eternizar para todos nosotros? Para que podamos a la hora de invitar a mi prójimo, a mi amigo, a mi enemigo a la mesa... Esté dispuesto y este dispuesta a lavarle los pies. Al final de esa experiencia el Señor les pregunta a sus discípulos: ¿entienden lo que he hecho con ustedes?. "Ustedes me llaman maestro y Señor. Y dicen bien porque lo soy." Y la pregunta que yo te hago aquí en esta tarde o en esta mañana o esta noche; a ti mi amado y mi amada es si ¿tú entiendes lo que hizo el Señor? ¿Hasta dónde sentarnos a la mesa puede ser uno de los eventos más significativos de toda nuestra vida? Que así nos ayude el Señor.