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La formula Vainilla-Vainilla, como en ese capitulo de Los Simpsons

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Released Wednesday, 23rd October 2019
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Si algo puede tener de positivo la desgracia, es la posibilidad que tenemos de transformarla en un grotesco que se vuelva divertido, que nos haga reír y nos ayude a sobrellevarla de mejor manera. Grotesco que aumenta su musculatura con el tiempo.
Podríamos armar listados eternos de desgracias personales que, con el paso de los años, se convierten en anécdotas épicas en las sobremesas, que reciben a nuevos primeros comensales que queremos invitar a nuestro círculo de carcajadas. Velorios, internaciones, accidentes, cagaderas, fuga de pedos, desgracias de todos los tamaños y formas; desgracias que inundan los ojos de lágrimas que brotan en cada explosión convulsiva e incontrolable, cuando esos grises de la vida, esos retazos de algún pasado menos feliz, se convierten en risas.
No hay patrones ortodoxos sobre qué hace reír a las personas o cuándo lo harán.
Nos reímos de lo que sea en confianza o, mejor dicho, mientras más estrechos sean los vínculos, de mayor intensidad resultan nuestras risas. Y, al mismo tiempo, mientras más difícil se vuelve la desgracia más se fortalecen los vínculos que la resisten.

Ésta breve introducción alude a darme cuenta del grave estado de situación de la actual desgracia argentina, cuando me descubrí riendo estúpidamente con el chiste de Nicolás del Caño sobre Pichetto y la baja en la edad de imputabilidad, durante el debate del domingo.
Me reí mucho más cuando Pichetto aclaró que no sabía quién era Micky Vainilla, aunque si le guste el humor de Capusotto, pero ‘cuando trabajaba con Alfredo Casero’. Porque siempre en campaña Miguel. Mike, Micky.

Empatizo con cualquiera que no sea un cheto que fuga guita sin escrúpulos, ni un diarreico mental de la letra que sea; M, K, F, jota, cu, ele o zeta.
No soy para nada sociable y por estos días me siento irritable, fastidioso, ansioso y ando ensimismado. Podría interpretarse que se me confundió la columna para El Rebusque y mi diario personal, de no ser porque hablando con algunas de esas pocas personas con las que dialogo, me dicen que se sienten de igual forma por estos días: de muy mal humor, molestos y de a ratos un poco tristes.
Es la espera. La espera hasta que acabe la desgracia, que no siempre permite reír; a veces ocurre, a veces no.
Desgracia y espera no son buena combinación para la psiquis de ninguna persona, ni la de ningún Pueblo y la risa puede devenir en reflejo. Conozco seres que ríen a carcajadas si le vienen los nervios, o con un orgasmo desbordante... ¿Hay carcajadas de miedo?
Las reacciones sociales en diferentes países de la región dan clarísima muestra que no estamos para chistes por estos días. La tensión crece en las calles, que se llenan de personas que no quieren esperar más y deciden intervenir para acelerar el final de la desgracia, sea el que sea.
La chance de volver grotesca una desgracia colectiva se acaba cuando aparecen los muertos, y en Chile suman quince hasta el momento en que escribo esta nota. También hay más de 2.600 detenidos. El Presidente Piñera pidió perdón y anunció una ‘agenda social’.

El ánimo colectivo está atravesando días sensibles también en Ecuador y por muy diferentes razones además hay desgracia en Bolivia.
Nuestro país no resulta excepcional, aunque en Argentina no explotaron las calles, ni hubo una ‘invasión alienígena’.
La anécdota de la Primera Dama, que le manda un mensaje a una amiga para decirle que van a tener que abandonar sus privilegios y compartir con los demás, no creo sea muy efectiva generando carcajadas ni en un millón de años. A lo mejor en un millón de años si, el humor es un concepto muy dinámico. Cecilia Morel, esposa del presidente chileno, podría ser un personaje de Peter Capusotto de no ser por el pequeñísimo detalle de la realidad, que supera hasta la mejor y más ocurrente versión de Pedro Saborido.

Peter Capusotto logró hacer reír con temas ‘sensibles’ como la militancia revolucionaria de la década del setenta. ‘Como ese capítulo de Los Simpsons cuando…’ No hay frase que funcione mejor como puente entre la desgracia y el grotesco que ‘Como esa capítulo de Los Simpsons cuando…’. Y considerando que hace cuatro años nos gobierna el Alcalde Diamante, porque somos un país de Homeros, no podría ser más pertinente.

Volviendo un poco a la campaña electoral en nuestro país, es imposible eludir la figura de Micky y sus payasos, que también tienen sus momentos de lucidez humorística. Resulta que para Pichetto, Patricia Bullrich y el Canciller Faurie, la responsabilidad de los quilombos de Chile y Ecuador es de la injerencia venezolana-cubana.
Cómo caracterización de la geopolítica de América del Sur es ridícula y berreta, pero como remate de un sketch de Vainilla funciona a la perfección.
El líder insurreccional argentino sería el dedito de Juan Grabois, ponele.
La derecha también encuentra sus momentos de humor en medio de las desgracias que ellos mismos generan.

Otra pieza de humor es la del pobre niño que quiso participar de la graciosísima performance que el Presidente Macri hizo en Jujuy ¿Cómo se le va a colar un morochito con gorra en la mitad de su show de los tres gatitos? Lo más divertido es el empujoncito que le da mientras le dice ‘no, vos no podes’. Una vez finalizado la perfo de los tres gatitos podría haber aclarado que sólo se dedica a hacer música pop.

A veces lo grotesco de la desgracia llega a lugares que no lo harían ni las mejores ficciones, por lo que la fórmula Vainilla-Vainilla sigue convencida de que ‘si, se puede’. Y qué desgracia la necedad, pero si es ajena es divertida y entretiene hasta que llegue el domingo, y se acabe esta otra, nuestra desgracia.
Como ese capítulo de Los Simpsons donde Marge sentada sola en su habitación dice: ‘en momentos así, solo queda reír’.

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