Aprender a tomar mejores decisiones —más sabias, prudentes y con más probabilidades de éxito— es una cuestión de alta prioridad. En los últimos años se han escrito innumerables libros sobre la toma de decisiones, muchos basados en los hallazgos de las investigaciones realizadas en el campo de la psicología cognitiva. Los seres humanos, nos dicen, no son las criaturas racionales que describen los libros de texto de economía. Antes bien, cometen errores predecibles o son víctimas de prejuicios que a menudo socavan sus decisiones.