Ante la inminente llegada de la columna independentista de Miguel Hidalgo a la ciudad de Guanajuato, el 28 de septiembre de 1810, españoles y criollos se encerraron con todo y sus posesiones, en la Alhóndiga de Granaditas. La masa insurgente, apoyada por el pueblo de guanajuato, superó las trincheras preparadas por el intendente riaño. Derribando los cercos, se arrojaron a las puertas de la Alhóndiga. Al incendiar la puerta de este edificio, surgió la figura del Pípila como símbolo de la lucha popular. Tras un feroz ataque, comenzó la matanza de españoles y los saqueos. Aquel día hubo más de tres mil muertos. También en este lugar fueron colocadas, casi un año después, en cada una de sus esquinas, las cabezas de Hidalgo, Allende, Jiménez y Aldama. Ahí permanecieron de 1811 a 1821, cuando Anastasio Bustamante ordenó que se les diera cristiana sepultura.