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Anna Coleman Ladd. Modernos de otros tiempos (8x13) 9/1/2023

Anna Coleman Ladd. Modernos de otros tiempos (8x13) 9/1/2023

Released Monday, 9th January 2023
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Sección del programa de RPA "La radio es mía" que demuestra que la modernidad es algo que viene de antiguo. Emisión del 9/1/2023, décimoyercer episodio de la octava temporada y primero del año que dedicamos a la escultora norteamericana Anna Coleman Ladd (1879-1939) que, durante la I Gruerra Mundial creó un estudio de creación de máscaras para los mutilados que habían perdido la cara en las trincheras.Frente a esa creencia mayoritaria, que tan profundo arraigo tiene en nuestra sociedad, no se autorretrata quien quiere, sino quien puede. Se pongan como se pongan, por injusto que resulte, solo puede reflejar su rostro en un lienzo el que tiene uno –rostro y lienzo, de los dos–. No importa si dura o si blanda, pero el autorretratado necesita una cara donde reflejar su alma. Un semblante que ha de proteger con esmero, pues cuando a uno le parten la jeta, le parten con ella el alma y, lo que es peor, le arruinan los futuros autorretratos.Pocos de los que salieron a la calle a celebrar la declaración de aquella burrada que recordamos como I Guerra Mundial, dedicaron un momento a pensar en sus autorretratos futuros. En esos momentos de júbilo, solo los cenizos caen en que en las orgías de sangre las posiciones no son inamovibles. Solo los aguafiestas piensan que la cara –al menos tanto como la vida– es igual de frágil ante el impacto de un obús o de una piedra cuando es de los buenos como cuando es de los malos. Y así, con una inagotable alegría que duró menos que la merienda, prepararon la tortilla de patata y los filetes empanados y se fueron de picnic al campo de batalla. Un campo que suponían como cualquier otro, con sus prados y sus ríos y con sus avellanos y sus vacas, pero con la ganga añadida de poder partir las caras de fulanos que no conoces de nada sin la incómoda presencia del pejiguero código penal.Mientras en las trincheras eternas, boches y franchutes sentaban a bombazos las bases de la reconstrucción y auge del sector de la ortopedia, la norteamericana Anna Coleman Ladd dedicaba sus días a hacer estatuas en Boston. Antes de la guerra e, incluso, de su propia boda, Anna había aprendido a esculpir en Roma y, sobre todo, en París, por lo que guardaba entre sus buriles un profundo agradecimiento y un cariño desbordado por Francia y sus habitantes.Cuando, a finales de 1917, acompañó a su esposo, miembro de la Cruz Roja, al país de la libertad, la igualdad y la fraternidad, tenía la esperanza de inmortalizar a muchos de sus idolatrados gabachos en estatuas y devolverles así el gran favor que para ella había supuesto el aprendizaje de la técnica escultórica. Eligió sus modelos entre los heridos de la contienda, entre aquellos hombres valientes que habían dado la cara por defender los derechos de sus paisanos, el orgullo de su patria y los negocios de sus emprendedores. Duro propósito ese. Pobre homenaje es un busto al héroe sin rostro, y cada uno de los que pretendió esculpir se convirtió en un nuevo monumento al soldado desconocido, a un soldado sin alma que se pudiera reflejarse en su inexistente faz.Sabía Anna Coleman Ladd que los valientes sin rostro necesitaban su arte, pero quizás los bustos no fueran su mejor aplicación. Comprendió entonces que aquellos hombres que tontamente habían dado la cara por los negocios de sus compatriotas más pudientes, no necesitaban ser inmortalizados en piedra por su experimentado punzón, lo que debía a esos valientes sin cara era la recuperación de su derecho a identificarse con un autorretrato que, aunque requiriera de una imaginación portentosa, reflejara su alma generosa.Así comenzó la escultora de Massachussets a partir las caras rotas de los heridos franceses. La doble negación es una buena forma de afirmación y, además, cualquiera de esos desesperados valientes sin rostro hubieran aceptado como milagrosa una restauración facial como la del Ecce homo de Borja. Aun sin excesos, Anna Coleman Ladd fue más cuidadosa en su propósito que Cecilia Giménez. No sabemos si consiguió que sus modelos se animaran a hacerse autorretratos, pero uno, que se creía desahuciado, se echó novia y se casó. Nunca conocimos el informe oftalmológico de la mujer.

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