El camino, recorrerlo, o más si cabe, ser el camino, ser la piedra en el camino, ser el canal a través del cual el aire recorrer y mueve las briznas, las ramas, los brotes… Ser simplemente el umbral a través del cual lo divino se encarna. Sin saber exactamente hacia dónde, mediante qué herramientas, mediante qué soporte… pero con la seguridad de la abuela que a sus ratos va tejiendo, que musica cada trenza que va armando, casi sin pensar… mientras habla con las demás y sus manos parece que andan solas… con la seguridad del que no tiene que convencer a nadie de nada, y solo mora y se entrega a la mirada del mundo, a los miles de millones de ojos que centellean en la superficie de las cosas, a los miles de millones de aromas que emanan de la tierra y a los que se entrega para convertirse simplemente, en un perfume más, aunque único e irrepetible.