El Apóstol Pablo en su *primera carta* a los hermanos de Corinto, les dijo: *"Imítenme a mí, como yo imito a Cristo."* (capitulo 11 verso 1).
Una de las formas más poderosas de transmitir el sentido de nuestras acciones, es a través del ejemplo. Y esto tiene que ver con el impacto generado cuando tenemos la responsabilidad de guiar a otros. Tener alguna persona como modelo respetable a quien admirar es un principio fundamental para el desarrollo propio. Y aquí Pablo nos marca una pauta poniendo a Cristo como ejemplo a imitar en aquello que lo caracterizó en su vida terrenal como: su paciencia, prudencia, sabiduría, amor, misericordia, entrega, dependencia de Dios, y sacrificio para el bien de los demás. Por eso, Cristo mismo nos dejó el mandato de imitarlo a El cuando dijo en Juan 13:15 *“Les he puesto el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo he hecho con ustedes”.* Si actuamos conforme a su ejemplo en nuestras vidas, nos convertiremos en su instrumento para servir a otros, y guiarlos a alcanzar los propósitos que El Señor tiene para ellos. Si hemos sido llamado a ser discípulo de Cristo, deberemos ser buenos discipuladores, dando ejemplo en la lectura diaria de la biblia, la oración, el compromiso, el carácter, la santidad y el servicio.
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