Dios te bendiga de manera especial. Este es el día que Dios ha hecho, nos alegraremos y gozaremos en su presencia. Nos estamos acercando el texto bíblico para encontrar momentos preciosos donde seres humanos se hayan encontrado con Dios, con su prójimo y hayan celebrado esa reunión con una mesa solidaria; con una gran celebración; con un gran banquete; con una gran cena. Son experiencias preciosas, únicas. Donde de alguna manera Dios nos está diciendo algo que debemos internalizar. Cuándo vamos a Lucas capítulo 15 versículo del 11 al 31 precisamente Jesús cuenta una parábola, una historia acerca de un hombre y un padre de familia que tenía dos hijos El hijo menor le pide la parte de la herencia que le corresponde y se va de su casa para desperdiciar los bienes que su padre le había dado. Simplemente el acto de irse y de pedir esa herenecia era una falta de respeto mayor dentro de su círculo de familia. Y aún así el padre le da la libertad de que se vaya y haga con esos bienes lo que quiera. Pronto el hijo menor se queda sin esos recursos y en un momento dado admite que debería regresar a la casa de su padre porque allí siempre hay provisión. La historia cuenta que este hijo sale del lugar donde está sin recursos, derrotado, debilitado, despojado para regresar a la casa de su padre. Y que en el momento que está regresando su padre desde lejos, desde la puerta de la ciudad ya la está esperando. Tenía la seguridad de que su hijo perdido regresaría. Así que la Biblia dice que esté padre sale corriendo, abraza a su hijo, lo llena de besos y de alguna manera quiere manifestar su amor sanador. Su amor y su gracia maravillosa sobre ese hijo que estaba perdido y ha regresado. La historia cuenta de que el padre prácticamente no deja hablar a su hijo y que simplemente quiere celebrar este experiencia de regreso y reconciliación. La Biblia dice que lo vistió con una toga, con una ropa extraordinaria, lo calza, le pone su anillo nuevamente reinvindicandole su posición dentro de la familia; y celebra una fiesta, un gran banquete. El padre hizo matar un becerro, para celebrar el que este hijo que estaba perdido, ha regresado. Claro hay otras cosas que en esa experiencia de familia se dieron que quizás el tiempo no nos da para discutirlo Pero el hijo mayor, no necesariamente estaba muy contento con esa acción del padre. Hay unos reclamos familiares que se dan ahí... y de alguna manera el padre trata de persuadir a su hijo mayor a que entienda; que la experiencia de la reconciliación tiene que ver con este acto de amor y misericordia que tiene el padre por los que ama. Yo creo que el Señor también nos quiere enseñar, que estamos invitados a esa cena. Que estamos invitados no por nuestra virtud, no por lo que hayamos necesariamente ganado o porque nos lo merezcamos, sino porque él nos ama. Y ese amor de padre, en nuestras vidas, es sanador. Así que en la historia se celebra como un banquete. Y en tu vida y en mi vida, yo creo que también debe haber un encuentro un banquete de celebración por lo que el Señor ha hecho en nosotros. Permitiéndonos de su gracia, amándonos hasta el cansancio... Y poniéndonos en un lugar de bendición para celebrar la nueva vida que tenemos, en reconciliación con Él y en reconciliación con nuestro prójimo. Señor gracias por ese banquete que celebras cuando llegamos a Tú presencia. Cuándo podemos sentarnos a tu mesa para dialogar contigo, para tener comunión contigo como nuestro padre y nosotros como tus hijos. Gracias Señor porque quitaste las viejas vestiduras manchadas de pecado, y manchadas de oscuridad, y manchadas de desgracia humana... Para vestirnos de tu gracia, de tu amor y santidad; para ayudarnos a crecer. Llevándonos de tu mano poderosa, y de tu provisión preciosa, y de tu presencia maravillosa, por tu espíritu. Para que podamos vivir una vida plena... En el nombre poderoso de Jesús, gracias. Amén.